15/03/2012
Hace tiempo que estoy buscando un hueco para escribir unas palabras, pero el ajetreo, bendito ajetreo, no me ha dejado sentarme un rato para poder esbozar unos cuantos pensamientos, lanzarlos y compartirlos con quienquiera que tenga un momento para leer más de 140 caracteres..
Desde diciembre no escribía..
Estas semanas han pasado muchas cosas que me empujaban a hacerlo, comentar desde dentro vivencias de un nuevo curro (desde Noviembre; como monitora del Comedor de CEIP Enrique Iglesias). La vuelta a ser “profe” particular.
La exposición brutal que supone todo, el abismo que se abre bajo tus pies cuando la repercusión de las cosas no depende del amor, el cariño o la profesionalidad que deposites en ellas, sino de otros factores difíciles de controlar por un humano de a pie, o sea, yo.
Vamos por partes.
Josemi. Gracias, Josemi por hacer siempre las cosas más fáciles. Por sacar del bache una ilusión y ayudarme a hacerla realidad. “niño-piña” ¿te acuerdas? Almendral 2012; UNA ESCUELA DE MAGÍA. No puedo sentirme más afortunada por tener en mi sección a dos personas increíbles como sois Noemi y tú. Algo me dice que juntos somos la bomba y que vaís a ser unos grandísimos monitores.
Sin duda creo que llevamos una época en la que hemos vuelto a estar más juntos que nunca. Y aunque a veces las cosas se tuercen, siempre sabemos sacarle una sonrisa y tirar para adelante y convivir entre hermanos, como una gran familia. Y se agradece. Mucho. Ese chocolate, doritos, calimocho, tapitas, cervezas y esos cigarros que nos hemos echado los tres cuando necesitábamos algo de los otros, ya sea alegría o consuelo. Me recuerdan que es una suerte esta vida que nos ha tocado vivir.. Y me demuestran, de nuevo, que más allá del éxito o la repercusión de lo que hagamos, las personas con las que lo hacemos son las que dejan la huella en nuestra piel, en nuestra alma y, a veces, ‘se agarran a la garganta’ toda la vida.
El comedor. Día a día, tengo la suerte de comer con mis amigas. No llevamos mal el menú, aunque nos quejemos. Siempre intento llevar a eso de la 1 y media la mejor de mis sonrisas y cuando salgo, tengo un millón de motivos por los que reírme más aún si cabe. Creo que el regalo más bonito de 2011 fue ese, cuando sin esperarlo, me ofrecen quedarme hasta (si todo sale bien) mayo, nunca llegue a pensar que tendría las mejores compañeras que se pueden tener e incluso amigas, con las que tomarme cafes (nuestros sabios cafes) ir a un peaso de concierto e incluso salir en carnavales (y hasta más cosas si caben; ay cari).
Las clases particulares. Un nuevo reto para volver a empezar. Desde el 25 de enero, vuelvo a enfrentarme con la educación secundaria e intentando ayudar a mis alumnas en todo lo que pueda. Reconozco que es la peor hora del día, pero oiga, de pendientes vive también el hombre.
En fin, la verdad es que estoy muy lejos de poder quejarme… Cada vez son más interesantes los proyectos en los que me veo involucrada y espero que la cosa siga hacia arriba y rodeado de la gente que me quiere, me apoya y me estimula para seguir creciendo.
Siempre he creído que hay dos tipos de personas. Las que se ponen en el lugar del otro y las que no lo hacen. Las primeras, sufren más, claro, porque llevan lo suyo y lo de los suyos a las espaldas, pero al mismo tiempo, son capaces de disfrutar y sacarle más jugo a la vida. Comparten, son solidarias, escuchan, mejoran, avanzan… A ellas, les dedico estas líneas y les agradezco todo lo que hacen, cada día, para que la existencia de los que les rodean sea un poco mejor. Las segundas también sufren, pero son menos conscientes. Sufren la terrible desgracia de no saber qué sucede a su alrededor. Y, además, suelen ser víctimas fáciles para sus propios miedos. Seguramente estos miedos nunca les lleven a exponerse como lo hacen las primeras, por miedo, precisamente, a verse solos ante el abismo.
A mí, ahora, me toca saltar de nuevo…
Pero, sé que caeré sobre suelo blando…
Y seguro.
Gracias.
Ana.
